jueves, 20 de diciembre de 2018

Sanación y bendición del linaje femenino.





Nosotros somos la suma de nuestras generaciones pasadas y todos los errores de nuestros ancestros se ven reflejados en nosotros. Por eso es muy importante elevar y honrar a nuestros antepasados.


Según se desprende de la filosofía Taoísta y Budista, “nosotros”, estamos ligados espiritualmente a siete 7 generaciones de antepasados.

Esto quiere decir, que si hoy nosotros somos seres con luz, debido al camino que hemos elegido, nuestros antepasados, buscan y necesitan de “esa LUZ”… En estos tiempos en que la madre tierra necesita que la energía femenina, amordazada durante siglos, ejerza su papel sanador en esta nueva era, es momento de sanar, de forma individual y colectiva, el receptáculo creativo donde esta reside, nuestros úteros.

Es momento de limpiar memorias pasadas que impiden el nacimiento de una nueva humanidad, donde la energía masculina (también herida) y la energía femenina dancen al fin en compenetración para dar a luz una nueva Tierra.

Energía limitadora en nuestros úteros

Veamos primero de qué manera nuestros úteros se impregnan de energías limitadoras:

Carga transgeneracional

Las memorias de hasta 7 generaciones se traspasan de útero a útero, el sentir, los miedos, todo aquello por lo que nuestros ancestros femeninos tuvieron que pasar, llega hasta nosotras en forma de memorias, que piden ser sanadas aquí y ahora.

Impregnación de la energía sexual de nuestras parejas

Cuando tenemos una relación sexual, cuando existe un intercambio de fluidos vitales, nuestro útero receptor se impregna de la energía de la contraparte, almacenándola por largo tiempo.

Es por ello que se hace necesaria la plena consciencia a la hora de escoger a nuestras parejas, de la misma manera que exigimos la higiene en sus cuerpos, debemos tener un planteamiento más holístico, buscar la higiene energética que haga de la sexualidad el lugar de crecimiento, de elevación de la energía vital, que le corresponde.

Impregnación por proximidad

La proximidad con otras mujeres acompasa nuestro latido de energía femenina, como podemos comprobar en la sincronización de los calendarios menstruales entre aquellas mujeres que comparten piso, lo que nos fortifica y sana.

Por otra parte la proximidad continuada, con personas de baja vibración, enferma nuestros úteros que recogen esa energía contaminada.

Creencias limitantes, roles adquiridos, la presión social

Todas aquellas “ideas” transmitidas en nuestra infancia, elaboradas por una sociedad patriarcal y consumista, sobre “cómo debería ser una mujer”, se asientan en nuestra mente inconsciente, impiden a nuestra verdadera esencia femenina manifestarse tal cual es, creando conflictos internos que nos enferman. Cómo el útero es un corazón y es un órgano espejo femenino, cuando vivimos situaciones de violencia o insatisfacciones con nuestra vida, cuando no nos sentimos realizadas en los aspectos que anhelamos, cuando vivimos humillaciones, maltrato o auto-maltrato, nuestro corazoncito uterino se duele con nosotras.
Hay mujeres que se han endurecido por las distintas situaciones dolorosas en su vida, y se niegan la expresión de la emoción, es decir, que, no se permiten sentir el dolor y el enojo, por lo que, los órganos pélvicos (útero y ovarios) se verán duramente afectados.

Nuestro cuerpo cuida de nosotras, nuestro útero hace exactamente lo mismo, cuida de cada una, y si no liberamos las emociones pasadas relacionadas con nuestra sexualidad, con la vida de pareja, con sentirnos fracasadas, decepcionadas de nosotras mismas, de la vida, del amor, sentir que no podemos con “el paquete” de “ser mujer” en un mundo que oprime a las mujeres, etc. Nuestro útero vendrá ayudarnos, ¿cómo? pues todo el llanto que no lloremos vendrá entonces como hemorragia, y toda la rabia que no soltemos vendrá en enfermedades crónico degenerativas.
El útero es el corazón que no miente, los dolores emocionales que guardes y calles en tu corazón, el útero los expresará a través de la enfermedad. a través del linaje femenino: “La información se pasa de útero a útero, por la unidad dual madre-hija. Cada hija trae consigo a su madre, y a todas las madres que existieron antes que ella. Podemos registrar en la etapa gestacional las impresiones y sentimientos de nuestra madre, podemos también reconocernos entre las mujeres de nuestro linaje femenino y encontrar muchas cosas en común, incluso sueños y deseos, hábitos y carácter, pero sobre todo esto de recibir energía de nuestro linaje se da pues nacimos del útero de una mujer, de su copa, de su matriz, del lugar donde ella dirige sus emociones, pero donde también sofoca su sentir, por ende crecer en el vientre de nuestra madre nos conduce necesariamente a entender y sentir a nuestra línea materna y en algún momento empatizar, aprender y por qué no, sanar junto a ellas”. Esther Álvarez Psicológa Clínica, Maestra en Desarrollo Transpersonal.

“Para sanar lo femenino a nivel planetario debemos comenzar por sanar nuestra propia herida. 
Cada mujer lleva una herida profunda que arrastra –por ser parte del inconsciente colectivo– desde sus antepasadas más lejanas. Hemos sido obligadas a ocultar, reprimir y –en el peor de los casos– olvidar nuestros dones más preciados: la intuición, la sanación natural, el respeto por nuestro cuerpo y sus ciclos, nuestra conexión con la naturaleza y con el cosmos, los vínculos con nuestros espacios sagrados genitales y corazón. Felizmente,todo ello aún duerme en nuestra psique y espera ser despertado.” Germaine.


Cada noche antes de irte a dormir hónrate a ti misma y honra a tus ancestros, sintiendo infinito respeto hacia ellas por venir antes que tú a esta vida.
(Acostadas cómodamente, colocamos mano derecha en el corazón y mano izquierda en el útero y rezamos la siguiente oración)


Yo perdono a la mujer que es mi madre
Yo perdono a la mujer que es mi abuela
Yo perdono a todas las mujeres que habitan en mí

Yo agradezco a la niña que hay en mí
Yo agradezco a la mujer que hay en mí
Yo agradezco a la mujer que es mi madre
Yo agradezco a la mujer que es mi abuela
Yo agradezco a todas las mujeres que habitan en mí

Yo amo a la niña que hay en mí
Yo amo a la mujer que hay en mí
Yo amo a la mujer que es mi madre
Yo amo a la mujer que es mi abuela
Yo amo a todas las mujeres que habitan en mí

Yo honro a la niña que hay en mí
Yo honro a la mujer que hay en mí
Yo honro a la mujer que es mi madre
Yo honro a la mujer que es mi abuela
Yo honro a todas las mujeres que habitan en mí

(Hacemos una reverencia, nos inclinamos hacia delante con ambas palmas hacia arriba). ¿Por qué es importante sanar las memorias uterinas? Sigue leyendo y vas a comprobar los años de sanación que te va a proporcionar esta oración.


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