La época navideña es para conmemorar el nacimiento de Jesús el hijo de Dios, agradeciendo la razón de su venida a este mundo, que fue la salvación de la humanidad.
Por lo tanto, ésta celebración, va más allá de participar en una fiesta, de dar y recibir regalos, es una oportunidad para conectarnos con nosotros mismos y con los demás, de reflexionar, corregir errores, ser más humanos, apartar tanto materialismo y darnos cuenta de que la riqueza espiritual tiene más valor ante Dios.
Debemos integrar en nuestra vida diaria el AMOR ( que es un don que viene de la esencia Dios, es un sentimiento puro y sincero que inunda nuestro corazón de regocijo, que nos conecta con el prójimo), la GRATITUD (es darnos cuenta de todo lo bueno que somos y tenemos en cada momento) la GENEROSIDAD (es sentir que entregamos o mejor de nosotros, es buscar el bien común por encima de los intereses personales).
De ésta manera festejaríamos en un ambiente mucho más especial, con un significado más trascendente, participaríamos de un renacimiento espiritual donde impere la fe, la paz, esperanza, armonía y buena voluntad.
La Navidad es el nacimiento de la luz espiritual de Cristo, que nace en nuestros corazones, este es el verdadero significado del 25 de diciembre. "Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8,12; 9,5).
Busquemos la luz de la verdad, que se encuentra en nuestro interior,
encendámosla y comencémos a recorrer el camino alumbrados por nuestra propia luz.
Que Dios todopoderoso derrame sus bendiciones sobre cada uno de nosotros, cada país, el planeta y el universo.
¡Feliz Navidad!
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