lunes, 17 de marzo de 2014

SOBRELLEVAR CON CALMA LOS MOMENTOS DE CRISIS.






Indudablemente, los sucesos del mundo nos afectan a todos, no podemos ignorarlos, pero tampoco debemos ignorar que nuestra vida no es regida por las variables económicas, financieras, estados de ánimo y emociones. No podemos ser  como el avestruz que entierra la cabeza en la tierra para negarse a ver la realidad de un mundo que está cambiando constantemente. La crisis es real y si usted la ignora no es la mejor solución.  El asunto es poder abordar el cambio.

De un poema de Pablo Neruda:
“…no olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los valientes, a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones difíciles, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin aliento morirán; aprende a nacer desde el dolor y hacer más grande que el más grande de tus obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo, comienza a ser sincero contigo mismo, reconócete por tu voluntad, por tu valor, y no por tu debilidad para justificarte.
Recuerda que dentro de ti mismo hay un Dios que todo puede hacerlo, conociéndote a si mismo serás libre y fuerte y dejaras de ser un títere de las circunstancias, tú mismo eres tu destino y nadie puede sustituirte en la construcción de tu propio destino.”


Para superar la crisis necesito aprender de los errores que me llevaron a crearla, tengo que enfrentar mis temores, el miedo y nosotros tenemos dos armas, una es el amor y la otra es la fe. Así que tú no estás desprovisto, tienes todo lo que necesitas para triunfar, lo que necesitas es compromiso contigo mismo. Debes proponerte salir de la crisis y actuar, tus acciones tienen gran impacto en la vida que vives.
En estos tiempos, para superar la crisis  necesito desarrollar flexibilidad, resiliencia. Flexibilidad es igual a incertidumbre, cambio. ¿Cómo soy ante los cambios?

Enfóquese en el hoy
En momentos así, la mente suele llenarse de nostalgias del pasado e incertidumbres del futuro, lo que contribuye a que esta construya escenarios caóticos. Antes de preocuparse más por lo que puede pasar y no por lo que realmente ocurre, haga que su mente se ubique en el presente. Eso le dará claridad y le ayudará a priorizar cosas. Deje el pesimismo y actúe. Cumpla con sus tareas de ahora sin detenerse a pensar qué pasará con el futuro.

Respire
Cuando se presenta mayor tensión busque un lugar tranquilo, cierre los ojos, respire profundamente; inhale y exhale despacio y de manera consciente. Hágalo mínimo por un minuto. El objetivo es aumentar un poco el CO2 en el cuerpo, lo que hace que los vasos sanguíneos, sobre todo los cerebrales, se dilaten; de este modo llegará más sangre al cerebro, lo que hará que reaccione de manera más efectiva ante las situaciones. Eso produce tranquilidad.

Distraiga el cerebro
En situaciones de tensión, el cerebro es unidireccional y tiende a enfocarse en los problemas. Para distraerlo hay que sacar de su corteza ese pensamiento, y nada mejor que con movimientos que normalmente usted no ejecuta: por ejemplo, trate de caminar en una sola línea o hacia atrás, haga equilibrio en una sola pierna o escriba con la mano contraria por unos minutos.

Apártese un poco
No se trata de huir de los problemas, sino de alejarse un poco para no agrandarlos. Deje de hablar de ellos así sea por un día, mantenga a raya a las personas que se los recuerdan y ponga en marcha actividades que lo ubiquen en escenarios distintos. Lea, vaya a cine, oiga radio (no noticias)... Usted elige.

Sea realista
Cuando retome los problemas, siéntese en un lugar tranquilo y sereno y reflexione. Sea honesto con usted mismo y determine si los líos que lo agobian tienen solución. Si la tiene, revise si depende de usted y actúe de manera decidida. Si no la tiene y tampoco depende de usted, nada logra angustiándose. Si lo piensa bien, es probable que el problema ni siquiera sea suyo.

Ejercicio, ayuda infalible
Ejercitarse logra que el cerebro se distraiga y que el cuerpo produzca sustancias que tranquilizan. Hágalo así: saque 40 minutos y empiece a caminar sin agitarse; aumente poco a poco hasta trotar en forma continua. La señal de que lo hace bien es que puede hablar con la persona que tiene al lado, sin ahogarse. Hágalo cinco veces por semana. También puede nadar, montar en bicicleta, patinar o bailar.

Si está muy presionado, ensaye la meditación
Cada día, al levantarse y a l acostarse, haga   lo siguiente en un cuarto cerrado, por cinco  minutos, al  levantarse y   al acostarse. Si  no  tiene  ese  tiempo, dedique  un minuto cada hora, en los instantes de más tensión.
Siéntese con la espalda recta, los pies tocando el suelo y la cabeza erguida pero no tensa. Cierre  los  ojos  y  sonría. Ponga  los   brazos sobre las piernas, acerque una mano a la otra y toque las puntas de los dedos. Pegue la lengua al paladar y con la punta roce los dientes. Respire profundo y siga mentalmente el recorrido del aire en su cuerpo. Al final, abra los ojos y no se ponga de pie de inmediato.

Tres cosas que debes tener presente:
1.     Toda crisis finaliza.
2.     Cada crisis produce gente capaz de superarla.
3.     La crisis nunca será el problema, sino la respuesta que demos al problema, la que hará la diferencia.
Para superar la crisis debemos vencer nuestros temores, confiar en Dios y dar lo mejor de nosotros con los talentos que tenemos como si fuera la mejor época, así que cuando lleguen mejores tiempos estemos preparados.
Hoy  es el mejor día  para  hacer  brillar  tus  talentos, persevera  y  alcanzarás  tus sueños.

Por último.
Nada de esto, solucionará  los  problemas, pero   le   dará  un  respiro para  actuar mejor.

                        Tomado de artículos de: Carlos F. Fernández y
                          Pedro Sifontes

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