Indudablemente, los sucesos del mundo nos afectan a todos, no
podemos ignorarlos, pero tampoco debemos ignorar que nuestra vida no es regida
por las variables económicas, financieras, estados de ánimo y emociones. No
podemos ser como el avestruz que entierra la cabeza en la tierra para
negarse a ver la realidad de un mundo que está cambiando constantemente. La
crisis es real y si usted la ignora no es la mejor solución. El asunto es
poder abordar el cambio.
De un poema
de Pablo Neruda:
“…no olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como
la causa de tu futuro es tu presente.
Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los valientes, a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones difíciles, a quienes vencieron a pesar de todo.
Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin aliento morirán; aprende a nacer desde el dolor y hacer más grande que el más grande de tus obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo, comienza a ser sincero contigo
mismo, reconócete por tu voluntad, por tu valor, y no por tu debilidad para
justificarte.
Recuerda que dentro de ti mismo hay un
Dios que todo puede hacerlo, conociéndote a si mismo serás libre y fuerte y
dejaras de ser un títere de las circunstancias, tú mismo eres tu destino y
nadie puede sustituirte en la construcción de tu propio destino.”
Para superar la crisis necesito aprender de
los errores que me llevaron a crearla, tengo que enfrentar mis temores, el
miedo y nosotros tenemos dos armas, una es el amor y la otra es la fe. Así que tú
no estás desprovisto, tienes todo lo que necesitas para triunfar, lo que
necesitas es compromiso contigo mismo. Debes proponerte salir de la crisis y
actuar, tus acciones tienen gran impacto en la vida que vives.
En estos tiempos, para superar la crisis
necesito desarrollar flexibilidad, resiliencia. Flexibilidad es igual a
incertidumbre, cambio. ¿Cómo soy ante los cambios?
Enfóquese en el hoy
En momentos así, la mente suele
llenarse de nostalgias del pasado e incertidumbres del futuro, lo que
contribuye a que esta construya escenarios caóticos. Antes de preocuparse más
por lo que puede pasar y no por lo que realmente ocurre, haga que su mente se
ubique en el presente. Eso le dará claridad y le ayudará a priorizar cosas.
Deje el pesimismo y actúe. Cumpla con sus tareas de ahora sin detenerse a
pensar qué pasará con el futuro.
Respire
Cuando se presenta mayor tensión
busque un lugar tranquilo, cierre los ojos, respire profundamente; inhale y
exhale despacio y de manera consciente. Hágalo mínimo por un minuto. El
objetivo es aumentar un poco el CO2 en el cuerpo, lo que hace que los vasos
sanguíneos, sobre todo los cerebrales, se dilaten; de este modo llegará más
sangre al cerebro, lo que hará que reaccione de manera más efectiva ante las
situaciones. Eso produce tranquilidad.
Distraiga el
cerebro
En situaciones de tensión, el
cerebro es unidireccional y tiende a enfocarse en los problemas. Para
distraerlo hay que sacar de su corteza ese pensamiento, y nada mejor que con
movimientos que normalmente usted no ejecuta: por ejemplo, trate de caminar en
una sola línea o hacia atrás, haga equilibrio en una sola pierna o escriba con
la mano contraria por unos minutos.
Apártese un poco
No se trata de huir de los
problemas, sino de alejarse un poco para no agrandarlos. Deje de hablar de ellos
así sea por un día, mantenga a raya a las personas que se los recuerdan y ponga
en marcha actividades que lo ubiquen en escenarios distintos. Lea, vaya a cine,
oiga radio (no noticias)... Usted elige.
Sea realista
Cuando retome los problemas,
siéntese en un lugar tranquilo y sereno y reflexione. Sea honesto con usted
mismo y determine si los líos que lo agobian tienen solución. Si la tiene,
revise si depende de usted y actúe de manera decidida. Si no la tiene y tampoco
depende de usted, nada logra angustiándose. Si lo piensa bien, es probable que
el problema ni siquiera sea suyo.
Ejercicio, ayuda
infalible
Ejercitarse logra que el cerebro
se distraiga y que el cuerpo produzca sustancias que tranquilizan. Hágalo así: saque
40 minutos y empiece a caminar sin agitarse; aumente poco a poco hasta trotar
en forma continua. La señal de que lo hace bien es que puede hablar con la
persona que tiene al lado, sin ahogarse. Hágalo cinco veces por semana. También
puede nadar, montar en bicicleta, patinar o bailar.
Si está muy
presionado, ensaye la meditación
Cada día, al levantarse y a l
acostarse, haga lo siguiente en un cuarto cerrado, por cinco minutos, al
levantarse y al acostarse. Si no tiene ese tiempo, dedique un minuto cada hora,
en los instantes de más tensión.
Siéntese con la espalda recta, los pies tocando el suelo y la cabeza erguida pero no tensa. Cierre los ojos y sonría. Ponga los brazos sobre las piernas, acerque una mano a la otra y toque las puntas de los dedos. Pegue la lengua al paladar y con la punta roce los dientes. Respire profundo y siga mentalmente el recorrido del aire en su cuerpo. Al final, abra los ojos y no se ponga de pie de inmediato.
Siéntese con la espalda recta, los pies tocando el suelo y la cabeza erguida pero no tensa. Cierre los ojos y sonría. Ponga los brazos sobre las piernas, acerque una mano a la otra y toque las puntas de los dedos. Pegue la lengua al paladar y con la punta roce los dientes. Respire profundo y siga mentalmente el recorrido del aire en su cuerpo. Al final, abra los ojos y no se ponga de pie de inmediato.
Tres cosas que debes tener presente:
1.
Toda crisis finaliza.
2.
Cada crisis produce gente capaz de superarla.
3.
La crisis nunca será el problema, sino la respuesta que demos al
problema, la que hará la diferencia.
Para superar la crisis debemos vencer
nuestros temores, confiar en Dios y dar lo mejor de nosotros con los talentos
que tenemos como si fuera la mejor época, así que cuando lleguen mejores
tiempos estemos preparados.
Hoy es el mejor día para hacer brillar tus talentos,
persevera y alcanzarás tus sueños.
Por último.
Nada de esto, solucionará los problemas, pero le dará un respiro para
actuar mejor.
Tomado de artículos de: Carlos F. Fernández y
Pedro Sifontes
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