Ser una persona desapegada no
implica que se sea distante, fría o que se valore lo que tanto sacrificio ha costado
conseguir. “El desapego es mirar las
cosas y la vida en general con mucho amor, generosidad y consciencia.
Una persona que aprende a vivir
con lo que tiene, pero no siente temor de perderlo se puede considerar
verdaderamente libre. Aquel que no acumula bienes, objetos o personas sino que
disfruta de todo cuanto tiene y no tiene es una persona feliz y sabia”.
Llegar a
esta postura no es fácil. Posiblemente, para poder tener esta mentalidad se
haya tenido que perder mucho. El ser humano aprende mediante las crisis ya sea
de orden económica o existencial. Uno aprende a valorar las cosas, lamentablemente
gracias al sufrimiento.
En cuanto al
afecto, amar a alguien significa dejarlo libre. El desapego no es abandono sino
amor incondicional. No podemos mantenernos presos unos de otros. No hay que
depender de nadie ni hacer que nadie dependa de uno.
Hay que intentar vivir cada día
como si fuera el último sin que exista la necesidad de consumir a nuestra
pareja, a nuestros amigos para esclavizarlos. Si se logra entender el verdadero
significado del desapego se estará trascendiendo a un nivel espiritual más
elevado que traerá muchos beneficios.
Claves para llegar al desapego emocional
1.- El viaje interior:
Dentro de cada uno se esconde la
herramienta más poderosa que hay que poner en práctica y es la de la
generosidad del amor. “Nadie puede enseñar al otro a desentenderse de los
bienes materiales y las personas que nos anclan y hacen presos de una conducta
consumista exagerada.
En nuestro interior está la clave
para afrontar este tema con sensatez. La introspección sirve para conocernos,
para preguntarnos y reflexionar hasta hallar las respuestas necesarias.
¿Qué
realmente nos aporta esa prenda que nos hemos comprado, en qué nos ayuda tener
tantas cosas que no usamos, gente que nos desgasta o nos hace daño, por qué
seguimos teniendo un vínculo con ellas, qué estamos haciendo mal? Son todos
interrogantes que solamente cada uno podrá resolver”.
2.- Hacer la prueba e intentar una conducta distinta:
“A veces es más simple de lo que
parece. Destinar un fin de semana a hacer algo diferente que no implique el uso
de la billetera. Encontrarse con uno mismo en una determinada situación.
No es necesario irse lejos a un
retiro espiritual, sino que es importante poder encontrarse con uno mismo sin
miedos ni prejuicios. Realizar un pequeño cambio para hacer la gran diferencia.
Ver que otra manera de vivir y relacionarse con el mundo es posible.
Tendríamos que tener todo lo que
queremos sin necesidad de atarnos a deudas, conflictos por dinero, sufrimientos
amorosos a los que culpamos y queremos perpetuar cuando ya no es posible. La
vida no es tan compleja como nos quieren hacer creer”, afirma la especialista.
3.- Ser feliz por el hecho de serlo y no dependiendo del
resultado:
Estamos acostumbrados a otorgarle
emoción a una determinada situación si nos da satisfacción el resultado
obtenido. Si nos compramos una casa, entonces somos felices.
Si nos vamos de viaje, entonces
nos alegramos, si acumulamos cada vez más ropa, nos sentimos satisfechas y así
vamos formando y alimentando nuestra existencia. Aprender a ser feliz por otro
tipo de cosas es posible.
Qué tal si nos educamos y
educamos a nuestros hijos a ser felices por estar juntos, por compartir este
maravilloso día de sol o lluvia, por las cosas sencillas que son las que en
definitiva deberían valer la pena”, recomienda la profesional.
4.- Dar:
La mejor manera de ejercitar el desapego es
dando. “Compartir lo que uno tiene, no tener miedo de que no vuelva. Lo que es
nuestro es de todos. Dar con amor y verdadera generosidad.
Esta actitud es muy poderosa ya
que estaremos vibrando tan alto que recibiremos lo mismo que somos capaces de
dar. Recomiendo intentar este ejercicio con algo pequeño y se podrán ver los
bellísimos resultados de los que seremos protagonistas.
El desapego
no implica renunciar a los sueños de tener todo aquello que se desea.
“Lo importante es no sentir miedo
de perder lo que se tiene. Poder valorar otras cosas importantes de la vida y
no sufrir por las pérdidas, sino reciclarlas y ver siempre el lado positivo,
preguntarnos cuál es la lección que tenemos que aprender de los que nos está
pasando y siempre hacer el esfuerzo de mirar la realidad desde muchas
perspectivas”
Tomado de Publicación
de: Licenciada en Filosofía, Carolina Renzetti.
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