“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”
(Lucas 6, 41-42)
Antes de juzgar mi
vida o mi carácter
ponte en mis
zapatos y recorre el camino
que yo he
recorrido.
Vive mis penas, mis
dudas,
mis temores y mis
angustias.
Recorre los años
que he recorrido...
y ahí donde
tropecé, tropieza...
y así como yo me
levanté, levántate ...
entonces ahí podrás
JUZGARME!
Cuántas veces hemos juzgado o sido juzgados, lo hacemos porque las cosas suceden de tal manera, porque tal persona es así, o de cómo debería ser de acuerdo a nuestras creencias, sin ponernos a reflexionar, que tal vez en su lugar haríamos lo mismo. Sentenciamos, queriendo tener la razón en nuestras opiniones sobre los demás.
Debemos detenernos y entender el daño que podemos ocasionar con los comentarios negativos hacia alguien, todos de una u otra forma nos equivocamos y tenemos nuestras razones, equivocadas o no, para tomar decisiones diferentes a los demás.
Las personas que nos rodean no tienen obligación de explicar sus conductas, respetemos la libertad del otro. El que juzga siempre; todo y a todos, debe recordar que con la misma vara que midas, serás medido.
Es importante saber, que solamente conocemos las circunstancias internas y externas de nuestros actos, para actuar de determinada manera. En la vida todos tenemos derecho a errar y corregir, ninguna persona tiene una vida perfecta, ni es dueña de la verdad.
Mantener nuestra atención en el otro, para calificar su modo de ser y de proceder, sin percatarnos que las acciones y/o actitudes propias sean más negativas, que las que criticamos.
Si censuramos la conducta de otra persona, lo hacemos desde nuestra
perspectiva, olvidando que somos muy diferentes a la persona cuya vida estamos
juzgando. Cabría preguntarse ¿Con qué derecho lo hacemos? ¿Quiénes somos
nosotros para juzgar la vida de los demás? Si esta persona es feliz con su vida
y no hace daño a nadie ¿Por qué habría yo de juzgarla? ¿Acaso es mi vida
perfecta? Si no lo es, entonces dedicarse a arreglar sus propios asuntos y,
sólo después tratar de salvar a los demás.
Es mejor respetar a nuestros semejantes y analizar
que si uno desea cambiar aspectos de las vidas de otros, ellos harían lo mismo
con las nuestras, los prejuicios
hacen que no nos esforcemos en comprender su conducta.
Frecuentemente, opinar sobre vidas ajenas hace que las personas se enfaden
y molesten entre sí, aún más si se cae en la murmuración. Llegado a este punto, deberíamos comenzar a pensar
si ganamos algo juzgando otras vidas o si en cambio, lo que hacemos es ganarnos
antipatías y llevarnos disgustos.
Si decidimos intentar dejar de juzgar a los demás, la próxima vez que se
presente la ocasión de ponerlo en práctica, haríamos bien en preguntarnos:
"¿Puedo ayudar a esta persona de alguna manera?". Dar una
opinión no es lo mismo que juzgar. Opinar consiste en expresar lo que pensamos,
sin incurrir en juicios de valor.
Juzgar a los demás no contribuye a nuestra
felicidad, porque a nadie le gusta ser juzgado y por tanto, no mejoraremos
ninguna relación de este modo ni despertaremos simpatías. Además, es una falta
de respeto hacia la individualidad de las personas y su derecho a vivir como
crean conveniente.
Todo juicio
supone ubicarse por encima, porque sólo desde arriba podemos ver el juicio permanente
nos encierra cada vez más en una habitación pequeña, sofocante, triste. Cuando tratamos de convencernos de que nuestra vida marcha mejor que la de
los demás, tal vez ellos hacen lo que no nos atrevemos a hacer.
Quién puede decir lo qué es bueno o malo. Tendríamos que estar en los zapatos del otro,
sus creencias y hasta su cultura, tal vez lo que para mí sea malo, para otro
sea bueno.
Descubramos
la manera de desarrollar los aspectos positivos de nuestra vida, y encontremos
los recursos para tener una mejor disposición ante la vida. Inhibirse de
condenar y enfocarse en incrementar la
asertividad, que es expresar nuestros puntos de
vista, sin imponérselos a nadie.
Recordando siempre que todos tenemos derecho
a equivocarnos, aceptar la realidad basados en los hechos concretos,
respetando no solo al otro, sino sobre todo a nosotros mismos.
Debemos buscar las cualidades positivas en los demás. Una buena actitud, puede motivar una transformación en todas
nuestras relaciones personales.
"Las personas más felices son las que se evalúan y mejoran cada día, en cambio las personas infelices evalúan y juzgan a los otros."
Muy interesante el articulo
ResponderEliminarSaludos