La oración es una fabulosa
fuente de energía para alcanzar, grandes logros y curaciones milagrosas. El
hecho de que las plegarias funciones refleja nuestra conexión con lo Absoluto o
que podemos hablar con Dios de una manera productiva.
Cuantiosos experimentos consideran,
que tienen un efecto benéfico sobre la salud. Sin embargo, no se ha encontrado
aún una forma de rezar que funcione el cien por cien de las veces, ni se puede
predecir con exactitud en qué casos sanará, dicha invocación.
Al psicólogo Lawrence
LeShan, que estudió en profundidad la curación a distancia en sus diversas
fórmulas, le llamó la atención que, en el caso de la oración, fracasos y
milagros iban unidos con frecuencia. Según los estudios de LeShan, las oraciones
no parecen no funcionar más, cuando se realizan desde el corazón y no desde la
desesperación racional, sino con la claridad de espíritu sabiendo que, si lo
que pedimos está en nuestro camino de evolución, se nos concederá.
La oración siempre ha
existido en la Tierra, desde que llegó el primer habitante. Actualmente,
tenemos una comprensión mucho mayor del mundo mental, espiritual y cósmico. El
simple hecho de que el hombre haya orado desde la época de las cavernas, y ésa
práctica persista aún en los días de hoy, ya significa que en la oración existe
algo de profundo, trascendental y arraigado. La humanidad continúa rezando, y
cada vez más, es porque cada día se comprueba la utilidad y la necesidad de la
oración.
La razón más práctica
para examinar el papel de la plegaria en las curaciones es precisamente que
algunas veces funciona. Y además, el hecho de que en ocasiones no lo haga con
todo el poder y previsibilidad requeridas tal vez refleje las deficiencias no
de la oración, sino de quienes la practican. Quizá los orantes no están en el
estado anímico adecuado, no tienen fe o no piden lo correcto. Tal y como
escribió C. S. Lewis: "si Dios hubiese atendido todas mis absurdas
plegarias, ¿dónde estaría yo ahora?"
Pero no es sólo eso; si
las plegarias funcionaran siempre, nadie
moriría. En este sentido cabe citar a numerosos líderes espirituales que han
fallecido víctimas de enfermedades dolorosas, nada propias de seres elevados.
Santa Bernadette, a quien se le apareció la Virgen en Lourdes, murió de cáncer
de huesos y tuberculosis a los 35 años; Krishnamurti, el célebre maestro
espiritual, a causa de cáncer de páncreas; Suzuki Roshi, divulgador del budismo
Zen, de cáncer de hígado; Ramana Maharshi, el santo más requerido de toda la
India de cáncer de estómago, y la lista podría ser más extensa.
Las explicaciones a
estas disfunciones en personas tan espirituales son múltiples, pero sea cual fuere
la respuesta, su actitud nos lleva replantearnos una suposición muy extendida, que
la falta de salud y las enfermedades denotan carencia de equilibrio espiritual.
Si espiritualidad fuera sinónimo de salud ¿cómo explicar, en la otra cara de la
moneda, la existencia de esos pecadores con salud óptima?
Tal vez en su respuesta,
esté la razón última de porque la oración no puede resultar absolutamente
eficaz el cien por cien de los casos. Algunas dolencias tienen quizá un sentido
cósmico, invisible a los mortales y tan sólo conocido por la divinidad, como ya
sabemos referentes a situaciones de Karma.
Se sabe que, en el interior
de la criatura humana, están el Poder Infinito y la Sabiduría Infinita, o, en
otras palabras, está Dios, el Padre, el Espíritu Santo. No importa el nombre que
se le dé a esa Presencia, lo que importa es el reconocimiento de esta verdad.
Jesús decía que dentro
de cada uno está el Padre: Y tú, cuando ores, entra en tu secreto y ora a tu
Padre, que está en el secreto. ¡ Y tu Padre, que ve lo oculto, te recompensará!.
El secreto es su interior.
Huberto Rohden, en su
libro Jesús Nazareno, escribió: " La oración es un despertar del Padre en
el Hombre, una realización de Dios en el Hombre, una concientización de la
presencia de Dios en el Hombre".
Como escribió Rajneesh:
No pregunte si Dios existe, pregunte si usted existe.
Medita tu realidad, tu
dimensión y, por cierto, tocará con la borla de su mano los límites del
Infinito. Pero jamás alcanzará el todo del Infinito.
Podemos reconocer a Dios
a través de nosotros mismos y el contacto con tu Dios interior es hecho a
través de la oración. Este es el lenguaje de la religión. Cualquier pensamiento
o palabra o imagen dirigida a Dios se llama oración.
La plegaria es el método
de pensamiento que une a Dios y al hombre. Pensar, hablar, imaginar, redactar,
cantar, soñar, desear, pedir, son actos mentales. Sin embargo, hacerlo
dirigiéndose a Dios, se llama oración.
Las leyes de la mente y
las Leyes Divinas tienen el mismo origen: D
I O S.
La oración es una forma
de pensamiento. Por lo tanto, la oración encierra contenido espiritual, queda claro que la plegaria
contiene energía mental y espiritual.
Como también se sabe que la plegaria es contacto con Dios, se ve en ella la
energía multiplicada al Infinito.
Taniguchi escribió: Aún
cuando todo parece estar en tinieblas, no habrá ninguna preocupación ni temor
si reconocemos que dentro de nosotros existe una fuerza infinita.
Ese estado contacto con nuestro ser interior, a través de la oración, es acercamiento con la Luz, y luz es energía.
Por eso, el aura de una persona que ora, se ilumina.Se puede, inclusive, ver un
halo de luz en los grandes místicos, en los santos. Esa energía que emerge y
regresa a ti, en la oración, puede ser irradiada hacia otra persona, cuando tu
plegaria se dirige hacia ella. No hay barreras que impidan el flujo de esa
energía. Tu oración por alguien enfermo es una gran proyección de energía superior
hacia esa persona.
El Maestro Jesús resumió
toda la ley y los profetas en una sola palabra: AMOR. Por lo tanto, amar es la más perfecta oración.
En la oración se produce
la comunicación entre el Padre y el hijo, y esta comunicación es amor. Aunque
usted estés orando por alguna persona, o pidiendo alguna cosa, tu plegaria está
dirigiéndose al Padre y, por eso, es un contacto entre hijo y Padre. Este
contacto es amor.
La oración, que es amor
en su esencia, no contiene el odio, la rabia, los celos, la envidia, la
tristeza, ni cualquier tipo de maldad. El amor, por lo tanto, ya es perdón. El
amor es la luz y en la luz no hay tinieblas. La legítima oración es un acto de
amor, así como amar es orar.
El amor es la oración más elevada.